El alma matinal de Antonio Melis

El domingo 7 trajo una noticia infausta: la muerte de Antonio Melis, el insigne peruanista italiano, estudioso de José Carlos Mariátegui y de José María Arguedas, y admirador de César Vallejo, Alejandro Romualdo Valle, César Calvo y Carlos Germán Belli.

Melis, nacido en 1942, publicó a los 25 años de edad, en la revista teórica Critica Marxista del PC italiano, su estudio “Mariátegui, primer marxista de América”. Causó asombro no solo por la hondura de la reflexión y la verdad del examen, sino porque resultaba polémico frente a actitudes de pensadores soviéticos que sostenían entonces que Mariátegui era más populista que marxista riguroso.

Los dogmáticos no prestaban atención al hecho de que el Amauta había frecuentado en Italia a Antonio Gramsci, revolucionario antidogmático, y había admirado a Piero Gobetti, el muy joven liberal que vio en el socialismo una encarnación enriquecida del humanismo liberal (no confundir con el inhumano neoliberalismo).

Melis vino al Perú por primera vez en 1970, y trabó una amistad inextinguible con Javier y José Carlos, hijos del Amauta, e igualmente con Alejandro Romualdo. Calvo lo ayudó a instalarse en Lima en esa y otras temporadas.

Antonio ha muerto víctima de su amor por la cultura y el destino de América Latina. En el marco de las duodécimas Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana, que se realizan en La Paz, Bolivia, iba a exponer su análisis sobre un texto poco conocido de Arguedas, dedicado al Censo Nacional de 1940. De ese trabajo se imprimieron en Lima miles de ejemplares, con ilustraciones que parecen de la mano de José Sabogal. Es la primera obra arguediana masivamente impresa, y busca convencer al habitante andino de la necesidad de conocer cuántos somos y quiénes somos. Poseo ejemplares de las dos ediciones de 1939.

Aparte de númerosos estudios sobre Mariátegui, Melis publicó un libro sobre Arguedas, Poética de un demonio feliz, un libro sobre Pablo Neruda y el esclarecedor estudio Quello che veramente ha detto il Che (lo que realmente ha dicho el Che).

Este incansable sabio italiano era de un espíritu amplio y afectuoso. No puedo olvidar un pasaje que lo pinta de cuerpo entero. Ocurrió en la Universidad de Sinaloa, México, donde se realizaba un encuentro internacional de estudiosos de Mariátegui. Una noche, Melis convocó a un grupo escogido para una sorpresa. Una vez reunidos en un espacio especial, esgrimió unas botellas, y nos explicó: “En el mundo circula un vino Chianti de lujo. Pero el verdadero y único Chianti es el que elabora en pequeña cantidad un amigo mío, dueño del viñedo”.

Hasta ahora escancia mi memoria el sabor del vino y la amistad. ¡Salud, Antonio!