“Me voy de María Izquierdo, de su pintora mexicana universal, de su terrestre poderío, de su reino cuya extensión sólo ella conoce y al que envía en cada estación olas de expedicionarios que vuelven cargados de su misteriosa estirpe () Me voy al Suroeste de María Izquierdo, por la corriente de Humboltd, con los ojos detenidos en su paisaje eternamente desterrado de su prodigioso territorio”.
Pablo Neruda
Hoy recordamos a la primera pintora mexicana: María Izquierdo quien nació el 30 de octubre de 1902 en San Juan de los Lagos, Jalisco, y cuya obra trascendió las fronteras, trascendió por sus retratos, por sus colores, paisajes e imágenes intimistas y metafóricas. Cuando María tenía poco menos de quince años, su familia la hizo casar con el militar Cándido Posadas, con quien tendrá tres hijos.
La familia Posadas – Izquierdo en 1923 se instala en Ciudad de México; al poco tiempo el matrimonio divorcia y María descubre en la capital una atmósfera en plena efervescencia cultural que la lleva a estudiar a la Escuela Nacional de Bellas Artes.
María está considerada como una de las más importantes pintoras del arte mexicano del siglo XX. Su vida fue ejemplar a pesar de las dificultades económicas, del machismo de algunos colegas, sumados a sus problemas de salud, que no mellaron su talento artístico, gracias al cual se destacó en el ámbito intelectual, formando parte de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) que lucharon en contra del imperialismo.
Su obra ha contribuido en el movimiento nacionalista, gracias al cual retoma las costumbres, el folclore y las fiestas tradicionales.
En 1928 ingresó a la Academia de San Carlos, aunque la rutina y su espíritu inquieto la llevaron a abandonar sus estudios, encontrándose después con el pintor y muralista Rufino Tamayo (1899-1991). Más tarde, la pintora fue impulsada por el célebre muralista Diego Rivera (1886-1957), con quien logró una estrecha relación.
A lo largo de su carrera expuso en museos y galerías importantes de Estados Unidos, París, en Francia; Tokio, en Japón y Río de Janeiro, en Brasil entre otros lugares.
Entre sus pinturas se encuentran El retrato de Belem, El circo, La soga y El baile del oso, por citar algunas, que le valieron ser considerada autora de una pintura “sincera, espontánea, primitiva e inquietante”, como la calificó el teórico francés del surrealismo, Antonin Artaud (1895-1948).
En 1948, la pintora sufrió un ataque de hemiplejía que paralizó la mitad de su cuerpo y el 3 de diciembre de 1955, María Izquierdo falleció, sus restos ahora se encuentran en la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón Civil de Dolores.