Hoy conmemoramos el XL aniversario de la muerte de la escritora, traductora, promotora cultural y mecenas argentina, Victoria Ocampo.
Un aforismo para Victoria Ocampo: “Muchas actitudes valientes se toman por dignidad, no por valentía”.
Les invitamos a leer el artículo de José Narosky.
¿De qué se los acusaba? Del crimen más horrendo que registra la historia de la humanidad, tanto por la cantidad de víctimas como por la absurda motivación –la pureza racial- que había llevado a millones de hombres, mujeres y niños a la muerte, en las cámaras de gas.
Una sola mujer viajó desde la Argentina para asistir a ese juicio: la insigne escritora Victoria Ocampo. Ella observaba atónita -sensible como era- todo el desarrollo del juicio, que estaba manejado por jueces de las cuatro potencias vencedoras: un ruso, un francés, un inglés y un americano.
Victoria Ocampo tenía en ese momento 56 años, pues había visto la luz en abril de 1890. Viviría 33 años más, pues fallecería un 27 de enero de 1979 a los 88 años. Ella había nacido en un ambiente de gran solvencia material. Pero ni las estancias que poseían sus padres, ni las fiestas fastuosas, ni los viajes a Europa alteraron su personalidad firme y humana.
También le dolía, y mucho, el hecho que la mujer estuviera relegada por su sola condición de tal. Y luchó en ese campo, convirtiéndose en una combativa líder feminista, como una especie de rebeldía. Y las mayores rebeldías las protagonizan seres piadosos.
En una época en que ninguna mujer manejaba, ella cruzaba las calles de Buenos Aires al volante de un sofisticado coche europeo. Solía, incluso, fumar en público -pero solamente en público dado que no fumaba realmente- como una demostración de igualdad de su sexo con el masculino. Estas son simplemente anécdotas pero definen cabalmente su vigorosa personalidad.
Agrego que su vieja y señorial casona de San Isidro era visitada por ilustres personalidades, casi todas con un denominador común: el talento y la amplitud de ideas. Y así pasaron por su mansión figuras de la talla de Rabindranath Tagore, la chilena Gabriela Mistral, su amiga dilecta, ambos Premios Nobel de Literatura, y el francés Malraux, escritor. Y también los españoles Gómez de la Serna, el de Las Greguerías (especie de aforismo humorístico) y el ensayista Ortega y Gasset. Victoria Ocampo era la mayor de seis hermanas. La menor fue Silvina Ocampo, escritora también y esposa de Bioy Casares.
Fue fundadora de la revista Sur en la misma casa en que había nacido, en la calle Viamonte al 400, aquí en Buenos Aires. Casi no me referí a su talento literario porque me pareció más importante su aspecto humano y su no común comprensión del semejante. Incluso, cabe señalar el hecho inusual de haber publicado ¡a los 87 años! su 10º volumen de “Testimonios”, su obra más importante.
Fue una mujer realmente muy valiente y, sobre todo, totalmente adelantada a su tiempo. Y me conmovió hondamente su defensa del sentimiento íntimo de la mujer, a la que los hombres habían obligado por siglos a negar su naturaleza, su instinto. Y de esta apreciación y de su dignidad irrenunciable, nació en mí este aforismo que considero, le atañe:
“Todos pueden seguir la corriente, pero pocos enfrentarla”.
Fuente: tn.com.ar